Crisis sanitaria vs. Agenda 2030

España, junto a los otros 192 países que conforman la Asamblea de Naciones Unidas, firmaba un 25 de septiembre de 2015, este gran acuerdo que establecía un periodo de 15 años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. En 2019 se eligió a Madrid para celebrar una Cumbre Mundial con la participación de representantes de 200 países, ONG, asociaciones y empresas. Este encuentro que tenía como pilar básico hablar sobre los efectos de las emisiones de CO2 a la atmósfera, tuvo también algunas destacadas ausencias como las del presidente de Brasil, el de EE UU, India o China; primeras potencias y potencias emergentes que, a día de hoy, son reacias a cambiar su sistema productivo.

Nuestro país se sumaba a ese gran cambio por hacer cumplir esos 17 objetivos marcados para el desarrollo sostenible y, para ello, implicó a algunas empresas del sector privado, científicos y expertos para ir estableciendo los cambios. Lejos de pensar que posteriormente a esa cumbre nos esperaría una pandemia, empresas como Aqualia, Ainia o la organización sin ánimo de lucro SIGRE son algunas de las que están presentes para ayudar al Estado a cumplir con los objetivos de la ONU.

La política exterior de España, como bien apuntaba estos días las dos secretarias de Estado, Cristina Gallach y Ángeles Moreno, con motivo de la celebración de los cincos años de este acuerdo, va dirigida hacia dos sectores: el fortalecimiento de los sistemas sanitarios, consumos médicos y mejores prácticas, pero también, a la mejora de la disponibilidad del agua en regiones con mayores dificultades de acceso y saneamiento como barrera para impedir la aparición de patógenos y enfermedades. En líneas generales, el actual Gobierno en materia de política exterior las define como políticas feministas para facilitar la igualdad y la inclusión. Pero lo cierto es que desde 2018, han sido escasas las comparecencias de control al Ejecutivo que presentaron los distintos grupos parlamentarios para asumir un cambio del modelo económico consensuado. La importancia de celebrar estas “comparecencias” a través de Comisiones donde, también pueden participar otros miembros externos al Congreso (funcionarios, expertos, científicos o académicos) sirve no sólo para aconsejar a los diputados, en las materias que asumieron como más relevantes, sino también a exigir responsabilidades al Ejecutivo. Los cinco pilares que asumieron para poder cumplirlos fueron: agua limpia y saneamiento (0DS 6), energía asequible y no contaminante (ODS 7), ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11), producción y consumo responsables (ODS 12) y vida de ecosistemas terrestres (ODS 15). Sin embargo, este intento por abordar estos objetivos con mayor o menor énfasis, coincidió con un momento de bastante incertidumbre política por los acontecimientos que sucedieron a las elecciones que se celebraron durante ese año. En 2019, celebraron la Cumbre en Madrid sin grandes logros y en 2020, comenzamos con otro periodo de crisis institucional por la gestión de la crisis sanitaria que está haciendo difícil cualquier acuerdo en materia de sostenibilidad y que cuestiona la organización urbana de algunas ciudades.

La pandemia y la Agenda 2030

Junto a algunos de los países más reacios a la consecución de estos 17 objetivos de la Agenda 2030, anteriormente citados, surgen algunas voces que se oponen a este acuerdo global porque establecerán sin el consenso ciudadano cómo deberán ser las sociedades en una especie de deconstrucción de lo que hoy son sus verdaderos valores y tradiciones, para asumir una visión global de forma homogénea y un cambio en su modelo económico, coincidiendo con una crisis sanitaria que va a debilitar a la mayoría de los Estados involucrados. 

Hay quienes piensan que la aplicación de esta agenda a la larga supondrá una dictadura de pensamiento único que a día de hoy, está lejos de acercarse a la situación real y a las políticas para alcanzar realmente una vida sostenible con el medio y que mejore la situación de la España vaciada, por ejemplo. Si por algo ha sido criticada esta agenda es porque se proyecta hacia políticas más bien “urbanitas” donde la estructura económica enriquece a los intermediarios más que a los propios agricultores, donde el comercio internacional sigue acrecentando la interdependencia, en contra de las economías regionales. 

Sería interesante extraer en este punto algunas de las cuestiones clave que hablamos en esta revista con el socioecólogo y experto en la huella ecológica de Andalucía y España, Manuel Calvo Salazar, donde casi pudo predecir lo que está pasando ahora mismo en algunas capitales de España en esta segunda ola. En primer lugar, la propensión de que este virus se está expandiendo con mayor rapidez en ciudades donde faltan espacios verdes y zonas transitables para el uso de transporte no motorizado como alternativa al transporte público donde es casi imposible mantener las distancias de seguridad. En segundo lugar, la excesiva construcción de viviendas unifamiliares de escaso tamaño en tramos urbanos donde hay falta de espacios abiertos.

En relación a lo dicho anteriormente,  sería importante destacar que, recientemente, la OMS empezó a recomendar a los Estados evitar los espacios cerrados, los lugares concurridos y los contactos cercanos. En España, en contra de lo que muchos otros países han hecho y lo que la propia OMS recomienda, ha apostado por el confinamiento en lugar de aprender a convivir con el virus. Hoy por hoy,  la mayoría de los contagios se producen entre los miembros de una misma familia que habitan en zonas urbanas de gran densidad poblacional,  en pisos muy reducidos de escasos metros. Este es el caso de la capital de España y los barrios que actualmente están sufriendo las mayores restricciones donde también, como medida, se decidió cerrar los parques pero no así los colegios.

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