Alma navideña en el día de la Constitución

Congreso

Como cada año y cada 6 de diciembre, se celebra el Día de la Constitución de 1978. 42 años de convivencia que, hoy, parecen estar llegando a su fin por los pocos ánimos del amplio espectro ideológico y político que se sienta en el Congreso de los Diputados.

En una inusual celebración como consecuencia de las medidas de seguridad que se mantienen por la pandemia, se reunían, el pasado 6 de diciembre, algunos diputados, presidentes autonómicos, miembros del actual gobierno de coalición, los presidentes del Tribunal Constitucional y del CGPJ, entre otros, fuera de la cámara, en un acto improvisado con poco protocolo, queriendo terminar pronto, no sé si por el frío o por la falta de PCR entre los asistentes.

Entre dimes y diretes la actual clase política se olvidaba de lo que debe ser un acto institucional, lejos de las conveniencias políticas, para lanzar algunos de sus clichés. Como en un acto de campaña, el presidente del Gobierno agradeció al estado de alarma recogido en la Constitución, por lo que consideró, ha sido, “una respuesta eficaz a la pandemia” y valoró los presupuestos alcanzados que elevan, según afirmó, a ” la máxima categoría el alma social de la Constitución”. Alma social que en todo caso dependerá no de esta norma sino de la UE para darnos ese apoyo económico que tanto se ha vaticinado para España, y para el que debería de abrirse una auditoría de control. 

Los líderes de Podemos, también aprovecharon para convertir este acto institucional en un acto propagandístico, mostrando su deseo de instaurar una república en el día en el que precisamente se celebra la Constitución que establece que el Estado español es una monarquía parlamentaria. Otros lo hicieron sin ninguna cortapisa, como los líderes de Vox y Ciudadanos que prefirieron no acudir para hacer campaña directamente en Cataluña de cara a las próximas elecciones previstas el próximo año. Por su parte, Pablo Casado no perdía la oportunidad para considerar al gobierno actual como “enemigo de la Constitución”. Y el resto de partidos minoritarios regionalistas e independentistas, con representación gracias a este sistema electoral que les beneficia más por circunscripción que por votos, y que nunca ha llegado a ser motivo de problema por el bipartidismo hasta ahora, decidían no acudir porque la Constitución ni les va ni les viene; no así los presupuestos del Estado, claro.

Si lo que quieren es hacer de la polarización y la desafección política un verdadero triunfo para aumentar así la indiferencia, el aburrimiento y la falta de interés por las malas praxis, quizá el ciudadano deba replantearse qué clase de país quiere para sus hijos y abrir los ojos ante esa división que quieren hacernos creer que existe, con el único objetivo de seguir dando sentido a los discursos propagandísticos de nuestros queridos partidos mientras sigue aumentando la pobreza, la exclusión social y la manipulación. El hecho de celebrar actos institucionales como el Día de la Hispanidad o el de la Constitución a puerta cerrada, es cuanto menos significativo de la distancia que hay entre los poderes del Estado y los ciudadanos. En lo único en lo que se ponen de acuerdo, por suerte o por desgracia, es en salvar la Navidad como si el virus tuviera alma navideña y nos fuera a dar unos días de tregua.

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