La voz humana

locutar

La voz es la herramienta más primitiva de comunicación que ha utilizado el hombre. Posiblemente, desarrolló primero esta capacidad emulando el sonido de otros animales para ahuyentarlos y no ser así la presa fácil, protegiéndose de otras especies y de los peligros del medio natural, al mismo tiempo que entendió la necesidad de comunicarse con sus semejantes para la supervivencia del grupo. Una evolución física y neurológica que la ciencia no termina de conocer con exactitud: cómo se produjo desde la emisión de los primeros sonidos hasta la formación de los primeros fonemas más complejos, conforme fue capaz de desarrollar las capacidades cognitivas del habla. Existen estudios que afirman que este paso se produjo hace aproximadamente 200.000 años por una mutación del gen FOXP2, situado en el cromosoma 7, (que regula algunos movimientos de la mandíbula y del rostro) y a un proceso complejo neuronal basado en la trasmisión del conocimiento y de otros genes que propiciaron el desarrollo de estas habilidades cognitivas en las que a través de los fonemas los humanos somos capaces de emitir sonidos articulados con significados semánticos. Una característica propia del ser humano que aprendemos durante los tres primeros años de vida y perfeccionamos a medida que crecemos gracias a nuestro entorno y a las cualidades de nuestro aparato fonador, la laringe, en el aprendizaje de la lengua materna.

La voz no solo sirve para comunicarnos, también nos permite conocer algunas características del emisor como su estado emocional, percibir algunas enfermedades, el género o su edad aproximada.

Como seres emocionales, la voz es uno de los recursos imprescindibles para trasmitir nuestros sentimientos: alegría, miedo, incredulidad, tristeza… nos muestra el estado de ánimo de la persona y junto al lenguaje podemos analizar otras cuestiones relacionadas con la comunicación verbal.

Para  los profesionales de los medios de comunicación, antes de la aparición de la televisión, la radio fue el medio (primero militar y después civil) por el que las personas se informaban y conocían lo que ocurría en su país y en el resto del mundo a través de los comunicados y programas institucionales. Junto a la prensa escrita, era la fuente más creíble y cercana. A partir de 1920, los sistemas de radiodifusión se fueron expandiendo y las transmisiones se hicieron regulares con programas de entretenimiento y espacios musicales. Conforme pasaron los años la radio pasó a compartir protagonismo con la tecnología audiovisual.

A pesar de su adaptación al medio digital, la forma tradicional de hacer radio y locutar, compite ahora con otras plataformas en las que profesionales y aficionados pueden crear sus propios espacios de interés, en un tiempo y espacio ilimitado para comunicar. Frente a la televisión y a otros formatos que siguen adaptándose a las nuevas tecnologías con la aportación de nuevas narrativas, la voz radial sigue siendo uno de los estandartes de los sistemas comunicacionales que más crece captando adeptos en las nuevas generaciones que nacieron después del auge de la era audiovisual. Spotify, una de las plataformas surgidas como servicio de música digital más grande en nuestro país, sigue facilitando la incorporación de programas de radio para compartir contenido que más allá de la música.

A través de la difusión de podcasts, la primera plataforma mundial de streaming, Spotify, reportaba cifras que ya antes de la pandemia la situaban como uno de los canales con más usuarios en todo el mundo con más de 300 millones de personas que utilizan este servicio. Lo que demuestra, el protagonismo y el interés que vuelve a tener la creación de contenido radiofónico que, una vez más, ha vuelto a conectar a los oyentes con el medio de comunicación por excelencia, la voz, a través de nuevos dispositivos en un abanico de contenidos y programas radiofónicos, como nunca antes ha existido.











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