Pocos usuarios saben cuando le dan al “like” a un vídeo de gatos que están haciendo uso de siglos de avances científicos de Faraday, Volta, Edison, Turing, Lamarr o Bell
Que vivimos en una sociedad de creciente complejidad es un tópico. Sólo hay que poner las noticias un rato para ver que hay “efectos mariposa” por todas partes y en cualquier sección del informativo, de tal manera que un batir de alas en el mercado de materias primas en Oriente Medio puede dar al traste con las previsiones de desarrollo de la liga de fútbol en Europa. Otro efecto más de la sociedad global de información que tantas alegrías nos ha dado en este último cuarto de siglo.
Procesos como la devaluación de las divisas, las proyecciones del PIB o el IPC o las fluctuaciones de la bolsa se nos antojan una sucesión de carambolas en un torneo de billar y las interconexiones entre todos mecanismos pura alquimia resultado de mecanismos establecidos pero opacos por completo. Tal es así que hemos dado traslado de la lógica que usamos para relacionarnos con la tecnología: la caja negra. Un concepto de desarrollo tecnológico mediante el que se abstrae una parte de un proceso concreto que ya está establecido y consolidado y que no tiene sentido analizar nuevamente.
Pocos usuarios saben cuando le dan al “like” a un vídeo de gatos que están haciendo uso de siglos de avances científicos de Faraday, Volta, Edison, Turing, Lamarr o Bell que, a su vez, se elevaron a hombros de gigantes de la física y las matemáticas anteriores a ellos. No lo saben porque no tienen el tiempo, la formación y/o el interés por averiguarlo ya que, a fin de cuentas, de alguna manera funciona. La información está ahí y está disponible pero es trabajo de otros.
Esta aséptica caja negra se vuelve perversa cuando la aplicamos más allá de donde le corresponde por pura pereza y nos desentendemos del funcionamiento de la economía y la sociedad. Esto, en función de lo optimista que seamos, lleva a dos escenarios demenciales: la simplificación y la conspiranoia. Aquí es donde entra la figura popular del “cuñao” uno de esos 40 millones de pluriempleados seleccionadores nacionales-economistas-epidemiólogos que nos “amenizan” los grupos de Whatsapp:
- Opción optimista/simplista: “Para parar las crisis lo que hay que hacer es (¡Plas! Palmetazo en la barra del bar) [Inserte aquí una medida de trazo gordo que inevitablemente violenta el régimen constitucional y que conlleva un notable sufrimiento humano de los colectivos que no son de su interés]”
- Opción pesimista/conspiranoica: “Nada va a cambiar porque todo está en manos de [Inserte aquí el grupo de poder objeto de su ira] que controlan los mecanismos para que todo siga igual”
Esto es lo que se denomina cajanegrismo: olvidar de manera más o menos consciente los procesos que dan lugar en un ámbito determinado y tomarlos como un todo inescrutable cuando no es así. Una vez más, la responsabilidad está en la mano del ciudadanos porque la información es accesible pero claro, lleva tiempo y esfuerzo.