¿Qué esperar cuando estás esperando?

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2020 va tocando a su fin y 2021 empieza a dibujarse con una característica indiscutible: la incertidumbre

El título de esta columna es uno de esos casos de lost in translation que dan para muchos artículos de clickbait con los que se puede rellenar contenido fácilmente ya que es el nombre que se le dio a la película estadounidense What to Expect when You’re Expecting en el que se hacía un juego de palabras entre “estar esperando” y “estar en cinta” que tiene sentido en inglés pero no en castellano. Y hasta aquí van a llegar las similitudes porque no voy a hablar de embarazos sino de expectativas: 2020 va tocando a su fin y 2021 empieza a dibujarse con una característica indiscutible: la incertidumbre. 

Puede que tengamos vacunas seguras en cuestión de semanas que garanticen la seguridad de la población en meses durante años; puede que la progresiva inmunidad de rebaño nos devuelva los espacios de convivencia y de trabajo que perdimos en marzo; puede que la vuelta a la vieja normalidad alimente una recuperación económica como no se ha visto desde el Plan Marshall; puede que la lección aprendida sirva a para reforzar los sistemas sanitarios y nos prepare para eventos similares en el futuro; puede que… Lo que sea. Certeza ninguna pero hay que ir viendo las opciones, porque no nos vamos a quedar varados a verlas venir.

Retomando el hilo de la película que citaba, llevamos nueve meses esperando porque todo son nubarrones y cambios de escenario cada quince días, con un futuro impredecible (como si alguna vez hubiese sido distinto en realidad) pero ya va siendo hora de hacerse el cuerpo a la situación y asumir riesgos. En este sentido, la Industria del Cine ya se ha cansado de esperar al Dr. Godot, con su cura milagrosa y ha asumido la situación, tomando decisiones impensables, no hace un año, hace dos meses: las superproducciones van a ir a las plataformas de suscripción para su estreno. Se acabó postergar constantemente el lanzamiento de los potenciales taquillazos como lo último de James Bond, de superhéroes o animación. Esto está representando un verdadero problema financiero con bancos e inversores y está trastocando el funcionamiento de la cadena de valor entera, desde los grandes estudios, hasta las modestas pero numerosas empresas auxiliares. Tal es así que, puesto en la balanza con la pérdida de ingresos y de lustre de representa el streaming, ha resultado ser el mal menor.

Pensándolo fríamente , si esta situación no fuese reversible, el último bombazo en la taquilla de la historia sería, irónicamente, la cinta china The Eight Hundred que lidera actualmente el ranking mundial. Espeluznante epitafio.

Probablemente su amigo “histérico” le recite en estos casos aquella frase que vio en una publicación junto a una foto del Presidente Kennedy que dice “En chino, la palabra crisis se escribe con dos caracteres que por separado significan peligro y oportunidad”, cosa que no es del todo correcta, pero es una idea errónea universalmente aceptada, y, en este caso, moriré un poco por dentro, pero tengo que admitir que su amigo tiene razón.

El giro espectacular de las perspectivas en el cine para 2021 va a ser un mazazo para el espectáculo tal y como lo conocemos, sin contar el que se va llevar la parte que no conocemos. Al mismo tiempo, las divisiones de dichas empresas dedicadas a la distribución online, que hace un año eran el hermano pobre, han pasado a ser la salvación de la familia, al tiempo que proyectos más pequeños y/o extravagantes se han posicionado mucho mejor por ser más viables en el nuevo formato. A fin de cuentas, no sabríamos quien es Spielberg si Hollywood no hubiese estado en horas bajas a finales de los años 70.

Con todo esto no sólo intento deslizar una propuesta de autoempleo a nuestra redactora jefe para añadir una sección de cine en 2021 a Postfactual. Se trata de un ejemplo contundente de que las cosas están cambiando de forma permanente y que cada vez más personas y empresas han optado por cortar amarras con la vieja normalidad para explorar la nueva realidad con todas sus incertidumbres, peligros y oportunidades. Así, seguir esperando a que se cumplan las expectativas de 2020 puede hacer que el film se acabe llamando Lo que el viento se llevó.

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