Los bulos o fake news

Álvaro de Laiglesia tuvo en muchas ocasiones que desmentir la procedencia de una innumerable serie de bulos que, como él mismo reconoció, nunca se publicaron, ni se podían haber publicado, o bien por la vigente Ley de Prensa o por decoro profesional.

Los bulos han sido para La Codorniz un elemento de difusión importante de la revista. De tal forma, que era habitual cuando salía una conversación que hacía mención a la misma, te contestaran con el bulo más corriente. “¡Ah sí! Bombín es a bombón”… En general parece ser que los bulos se comienzan a generar a partir de las diversas suspensiones de la revista. La ausencia de la misma en los kioscos y en los casinos de los pueblos que la recibían periódicamente, fue el motivo para que el lector, asiduo a la revista, la extrañara. ¿Qué ha podido pasar para que esta semana no haya llegado La Codorniz? Pero, ya antes de la suspensión, circulaban diversos bulos. Cuando Álvaro de Laiglesia daba una conferencia, el público esperaba intervenir al final de la charla. Estaba ansioso por conocer lo que todo el mundo comentaba sobre lo que se decía o había leído en La Codorniz.

Álvaro de Laiglesia tuvo en muchas ocasiones que desmentir la procedencia de una innumerable serie de bulos, que como él mismo reconoció,  nunca se publicaron, ni se podían haber publicado, o bien por la vigente Ley de Prensa o por decoro profesional. Quizás el más famoso y recordado sea “La Portada del Túnel”, para muchas personas dichas portadas existieron, hasta el extremo que iban a la redacción a comprarla. Advertido de que no existía, decían haberla visto e insistían en que se la vendieran. Se decía que en la portada se veía a un tren entrando en un túnel; le seguían una serie de páginas en negro y al final, en la contraportada, el tren salía del túnel.  Preguntado Álvaro, director de la revista, comentó: “Si hubiera publicado esa edición del túnel con todas las páginas en negro, habría demostrado que no era La Codorniz”. “La revista más audaz para el lector más inteligente”, sino la revista para el más cretino dejándose estafar con un truco tan ingenuo. Pero de todas formas pasan los años y sigue presente en la imaginación popular. Fue tanta la persistencia de la leyenda que, en la semana del 9 al 16 de septiembre de 2009, sucede algo insólito en las páginas de subastas de eBay. Destaca un anuncio en la sección de libros y revistas con el siguiente título: “La Codorniz número 215. Famoso número censurado”. El vendedor es un antiguo conocido que responde al seudónimo de “Rasconicov”. Puesto al habla con él, resultó ser Antonio Ortega. Le pregunté si me podía explicar en qué consiste ese motivo de censura. El vendedor me contestó diciendo que dicho número tenía varias hojas en blanco, sin impresión, y que él sabía que en Dátile había un número con las páginas en negro, pero que él no tuvo la ocasión de ver.

Entre los más famosos de los bulos es la titulada “CODORNIZ LA”. En una conferencia uno de los presentes preguntó a Álvaro de Laiglesia, qué opinaba de que el hijo mayor de los marqueses de Villaverde se le permitiera cambiar el orden de sus apellidos, para pasar a llamarse Francisco Franco Martínez. “Me parece pintoresco, es como si ahora a mí me autorizaran que La Codorniz se llame CODORNIZ LA”, -respondió. Quizás la misma revista, con o sin intención, favoreció la difusión de este bulo.

Se edita la portada número 1330, dedicada a la revista, toda ella con el nombre La Codorniz, aunque no se podía discernir si decía La Codorniz o Codorniz La. “El denominado parte meteorológico, reina un fresco general procedente de Galicia, con tendencia a persistir”. En esta ocasión, Álvaro comentó, sí llegó a publicar esa frase en la revista: “Es posible que hubiera dado con mis huesos en la cárcel”. Numerosos lectores seguían acudiendo a la dirección de la revista para obtener dicho número, casi todos los que acudían aseguraban haberlo visto publicado.

Repasamos muchos de los bulos que circulaban por esos años 50 y 60: “La moto verde del Marqués de Villaverde”. Se corrió el rumor que al Marqués de Villaverde “Cristóbal Martínez Bordiú”, yerno del Generalísimo, le habían concedido la patente de la venta de las famosas motos Vespa. Fue tan intenso el rumor de la existencia del artículo, que se personaron dos inspectores de la policía en busca el citado número. Otros aseguraban que lo que se había publicado era que se trataba de “La moto verde del Marqués de Villavespa”; sobre el huevo de Colón: “Hoy publicamos el huevo de Colón, la semana que viene publicáremos el otro”; “¿Se la tira o no se la tira?” -en la viñeta, un niño con una piedra en un puente pretende tirar la piedra a un pájaro. Debajo del puente hay una pareja de novios abrazados.

Uno de los bulos más famosos ya comentados al principio de esta página fue sin duda “Bombín es a bombón como cojín es a x. Y nos importan tres x que nos cierren la edición”. Como consecuencia de la transmisión oral de la leyenda, esta sufrió una serie de variaciones. Cuando se decía bombín, en el original era “almohadín es a almohadón”. A don Jerónimo le han bautizado en numerosas ocasiones; en el artículo publicado en El Mundo de Andalucía, hablando de la portada de Tono, dice: “¡Cómo se parece usted a don Vicente!”. “Es que yo soy don Vicente.” “Pues más a mi favor”. En realidad la portada de Tono dice: “¡Caramba don Jerónimo, está usted muy cambiado!”. “Es que yo no soy don Jerónimo” “Pues más a mi favor”.

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