Epílogo-prólogo

Opinión

En la sección de cierres nos encontramos las listas de “los diez…” La forma más sencilla de llenar unas páginas que es hacer la retahíla de acontecimientos más o menos inconexos

Ha llegado ese extraño periodo dentro del año que se encuentra suspendido entre la Navidad y el Día de Reyes en el que nos sentimos obligados por el calendario a entrar en una especie de bucle de análisis retrospectivo y planificación. A este impulso más o menos natural producto del fin del calendario se suma la frenética actividad de las noticias de relleno de los medios de comunicación y de los generadores de contenidos en su sentido amás amplio y millenial posible.

En la sección de cierres nos encontramos las listas de “los diez…” La forma más sencilla de llenar unas páginas que es hacer la retahíla de acontecimientos más o menos inconexos que han tenido algún impacto en el mundo, ya sean logros deportivos, medidas políticas controvertidas, defunciones ilustres, taquillazos de cine o desastres naturales.

En lo relativo al porvenir, se abre el espacio para los desafíos pendientes de los Gobiernos, los lanzamientos de libros o series y la enésima fecha de estreno de “La Viuda Negra” que, a estas alturas, ya se ha convertido en un chiste recurrente.

El finiquitado 2020 ha dado para mucho que analizar, posponer y planificar aunque también nos dio mucho tiempo para pensar en cómo afrontar 2021.

No voy a hacer otra lista de “Los Diez…” ya que en el fondo me parecen más un entretenimiento que otra cosa. Prefiero componer mentalmente un epílogo al año extrayendo aquellas cosas que lo han conformado aunque no puedan darle sentido, si es que algún año lo tiene. De ahí separar el simple ruido distinguiendo causalidad de casualidad. Así, yo tengo el mío y ustedes tendrán cada uno el suyo. Tan válidos unos como otros. Lo que deberían tener en común es que no son una mera lista sino un relato dirigido a una conclusión. Una conclusión que no es tal en realidad porque la vida sigue.

Cuando el Calendario Maya de 2012 se acabó se quiso ver una premonición de tiempos funestos cuando no era más que el fin de un ciclo. Larguísimo cierto, pero sólo un ciclo. Así, aunque estos doce últimos meses hayan contado como un ciclo de dieciocho por lo menos, la vida sigue.

Como decía ya anteriormente, 2021 tiene el apodo del “Incierto” lo que no quiere decir el inmóvil ni mucho menos. Vamos camino de la velocidad de crucero en las campañas de vacunación que, aunque no aceleren al ritmo prometido y sea siempre menos del deseado, son el mejor activo para recuperar algo de la normalidad que echamos en falta. También se amontonan las incitativas para la captación de fondos Next Generation EU que pretenden la reactivación y renovación tejido productivo del país ya que la necesidad agudiza el ingenio. 

Ya saben dónde acaban esas dietas milagro, esos cursos de idiomas, esa ropa de deporte y esos coleccionables de cine… Las medidas aisladas no van a ninguna parte ya que, simplificando a Nietzsche a nivel Pinterest, quien tiene un porqué encuentra el cómo. Así, mi propuesta es que cada cual retome ese epílogo en puntos suspensivos de 2020 y torne en el prólogo la obra que será el 2021 aunque sea asumiendo otra fórmula más castiza como “Virgencita que me quede como estoy”. Si le causa ansiedad, no es la intención y es preferible retomar la lista de propósitos de año nuevo pendientes de 20XX y darle una oportunidad a esas bicicletas cicloestáticas que hay por ahí convertidas en toallero.

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