El adiós del Reino Unido de la UE

Brexit

2016 fue el año del plebiscito. Por acuerdos internos del partido conservador, del que formaba parte el entonces Primer Ministro David Cameron, se llevó a cabo el referéndum que traería como resultado la opción de salida de la UE con un 51,9% de votos a favor, frente a la opción de permanecer en la Unión (48,1%). En ese mismo año, David Cameron se ve obligado a renunciar a su cargo, dando su apoyo explícito a la opción de continuar en la Unión Europea. Le sustituye Theresa May, quien es elegida para ocupar su puesto y comenzar las negociaciones para alcanzar una salida que favorezca a Reino Unido en un intento por culminar el Brexit. Pero no llega a lograrlo. Comienza entonces uno de los periodos más convulsos que se recuerdan en la relación entre la UE y Reino Unido con el parlamento británico completamente dividido. 

El político, periodista y exalcalde de Londres Boris Johnson es elegido entonces para sustituir a Theresa.  Finalmente, se logró llevar a cabo una salida menos abrupta tras un largo periodo de tiempo sin llegar a un acuerdo, y por tanto, “in extremis”,  a pocos días de hacerse efectiva la salida de la UE; un acuerdo que permitirá ciertas garantías para ambas partes. 

Antecedentes al Brexit

La historia del Reino Unido en su relación con la UE siempre ha sido tensa. Para ello tendríamos que remontarnos a la década de los 70. 

En 1972, también bajo el mandato del partido conservador, el parlamento británico aprueba el acta de la Comunidad Europea con la que se formaliza su entrada en la Comunidad Económica Europea, el antecedente directo de la actual UE. Dos años más tarde, en 1974, el partido en el poder cambia con la victoria del partido laborista, y su entonces líder Harold Wilson lleva a cabo la primera consulta para la permanencia o no del Reino Unido en la CEE. Así, en 1975 tiene lugar el primer referéndum para su salida. Pero los resultados de aquel plebiscito son demoledores: el 67,2% de los votantes deciden que Reino Unido debe permanecer en la CEE. 

Comienza entonces un periodo largo de cierta “feliz” convivencia donde se permite el libre tránsito comercial y de personas que justo ahora, acaba de terminar.

A tan solo unos días de que se efectuara el Brexit, con la fecha fijada por Reino Unido para el 31 de diciembre de 2020, la posibilidad de llegar a un acuerdo parecía algo imposible de alcanzar. Se vislumbra entonces lo que podría suponer un eminente Brexit sin acuerdo con el colapso en la frontera entre Francia y Reino Unido donde se agolpan camiones de mercancías que no pueden entrar ni salir del país. El 24 de diciembre se llega por fin a un acuerdo entre Reino Unido y la UE, aunque la crisis en la frontera continúa por las circunstancias actuales de la pandemia, que incluso pone en riesgo el abastecimiento de alimentos en Reino Unido. 

El acuerdo bilateral entre España y Reino Unido por Gibraltar, que podía afectar a más de 15.000 trabajadores que diariamente cruzan al Peñon, llegaría pocos días más tarde. Un acuerdo que exige la reciprocidad en las relaciones y que permite la apertura de fronteras a gibraltareños y españoles, dado que Gibraltar pasará a formar parte del espacio Schengen. Pero no es un acuerdo definitivo, ya que de sobra es conocida la pretensión de España por recuperar Gibraltar.

El acuerdo ‘in extremis’ que se ha firmado, por parte de Reino Unido con la UE, versa sobre el Acuerdo Comercial y de Cooperación entre la UE y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom), de un lado, y el Reino Unido, del otro; el acuerdo sobre los procedimientos de seguridad para intercambiar y proteger información clasificada, y el acuerdo para la cooperación para los usos seguros y pacíficos de la Energía Nuclear entre el Euratom y Reino Unido. 

¿Qué ocurrirá con los europeos en Reino Unido?

Se plantea un sistema a dos velocidades

La libre circulación dentro de la UE propició durante estos años el libre tránsito de ciudadanos europeos a Reino Unido por períodos más o menos cortos de idas y venidas. También, propició el tránsito entre estudiantes gracias a las becas Erasmus que han dejado de funcionar para el Reino Unido, y de británicos a otros países europeos donde tienen su primera o segunda residencia.

Actualmente, según los datos oficiales de la UE (Eurostat, 2019), 3,7 millones de ciudadanos de la UE viven en Reino Unido; más de 900.000 son polacos, la mayoría, asentados en el país y con miembros familiares que ya han nacido allí.

En Reino Unido, los europeos que estén afincados podrán conservar sus derechos después del 31. Sin embargo, se prevé que algunas personas pasen a encontrarse en una situación de vulnerabilidad por la incertidumbre laboral que ha dejado a muchos jóvenes europeos la pandemia, por un nuevo confinamiento justo antes del 31 de diciembre (la fecha límite que se pedía para volver al país y mantener sus derechos como residentes). A ello se suma las dificultades administrativas por el uso telemático, a través del teléfono y el ordenador, para demostrar  la llegada al país antes de esa fecha, y optar a la residencia provisional o permanente. 

Los europeos que hayan vivido en Reino Unido durante al menos los últimos seis meses antes de la fecha límite, podrán solicitar la residencia provisional; los que hayan vivido al menos 5 años en el país, la residencia permanente. Un proceso que quedará abierto para continuar con las solicitudes hasta el 30 de junio de 2021 pero que obliga a estar en el país desde antes del 31 de diciembre de 2020.

Ambas opciones de residencia están sujetas a una serie de requisitos. Para el estatuto de pre-asentado, que permite estar por un periodo de 5 años y la posibilidad de aplicar después al estatuto de asentado, obliga a no abandonar el país por un periodo de dos años seguidos del Reino Unido, a través de un sistema de puntos que entrará en virgor desde el 1 de enero. En el caso de las personas que apliquen para obtener el estatuto de asentado, podrán vivir de manera indefinida si no abandonan el país por más de 5 años continuados. 

¿Qué ocurrirá con los británicos en España?

Catorce países de la UE, entre ellos España y Portugal, concedieron también este proceso para solicitar la residencia a británicos que quisieran vivir en alguno de estos países, siempre y cuando, y al igual que Reino Unido, hayan llegado antes del 31 de diciembre. Otros países con requisitos más estrictos, solicitarán a los ciudadanos británicos que vuelvan a pedir la residencia tras este plazo de transición dado. Por ello, muchos regularon su situación, e incluso pidieron la doble nacionalidad e intentaron volver a España. Sin embargo, las medidas impuestas por el Gobierno sólo permiten la entrada al país de españoles o británicos con prueba de residencia en España y PCR negativa. 

El Brexit justo ha coincidido con unas medidas más restrictivas por el propio avance de la pandemia y la aparición de una nueva cepa en Reino Unido, antes del 31 de diciembre, que ha dificultado aún más las circunstancias, ya de por sí complicadas, si se ha esperado hasta el último momento para regular la residencia en uno u otro país. 

La ventaja de los nacidos en Irlanda del Norte ante el Brexit 

Si la salida de la UE del Reino Unido supondrá grandes desventajas para británicos y europeos, los nacidos en Irlanda del Norte serán los que obtengan, tras el acuerdo del pasado 24 de diciembre, importantes ventajas con respecto a sus derechos de ciudadanía. Como territorio independiente de la República Irlandesa, con fuertes lazos de relaciones personales, familiares y comerciales, podrán optar a tener la nacionalidad irlandesa, y por tanto, seguir manteniendo su estatus como ciudadanos europeos de pleno derecho. Ciertos analistas ven en este avance la posibilidad de que finalmente Irlanda del Norte pase a anexionarse con la República Irlandesa, lo que abre una vieja herida. Por otro lado, en Escocia, el actual partido en el gobierno, el Scottish National Party, cuya postura siempre ha estado a favor de conseguir algún día la independencia, y que en 2014 propició el referéndum en el que con un pequeño margen de diferencia salió permanecer en el Reino Unido, vuelve de nuevo a solicitar un nuevo referéndum al querer seguir formando parte de la UE.

Como vemos, el Brexit no sólo puede que traiga consigo la separación entre la UE y Reino Unido, sino que, en el peor de los escenarios podría suponer el resquebrajamiento del país, resurgiendo las diferencias con respecto a la identidad nacional de ciertas regiones como Escocia o Irlanda del Norte.

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