La vuelta a las aulas I Por Ramón Espínola

La crisis del COVID está poniendo a prueba nuestra resistencia personal y como sociedad en ámbitos muy diversos. Pero yo voy a poner el foco en la educación, sobre todo en la respuesta divergente de las autoridades educativas frente a la del profesorado y de los propios centros educativos. De la noche a la mañana, centenares de docentes nos hemos sumergido de lleno en un cambio drástico de metodologías para adaptarlas a la situación de confinamiento.

Sin ayudas, sin muchos conocimientos informáticos en ocasiones, y con los medios tecnológicos particulares. Dedicando el doble de esfuerzo diario, estando presentes por la mañana en vídeo-clases, chats, mails; y por la tarde preparando el material para el día siguiente, vídeos, formularios, etc. Como docente esta es mi experiencia y estoy satisfecho de ello, porque me debo a mis alumnos y a su formación. Pero por otro lado, observo cada día con estupor la respuesta de la administración educativa. A nivel del Estado, el ministerio, incapaz de concretar propuestas razonables, no deja de lanzar “globos sonda” a la opinión pública para testar el ambiente. Se acerca el mes de septiembre y el guirigay entre administración central y autonómica no cesa.

Las comunidades autónomas no tienen un planteamiento claro sobre cómo se va a abordar la enseñanza en el próximo curso

La educación, como materia transferida, depende de las comunidades autónomas que, por otro lado, tampoco tienen aún un planteamiento claro sobre cómo se va a abordar la enseñanza en el próximo curso. ¿Hay dinero para contratar profesorado suficiente para doblar turnos? ¿Se va a poder respetar la conciliación familiar y laboral con la asistencia a los centros? Si finalmente se decide que la mitad del alumnado asista a clase y la mitad en casa, ¿se dotará a los centros con los medios tecnológicos necesarios? ¿Qué va a pasar con los privados, cómo sufragarán los gastos con el mismo número de alumnos? Todas estas preguntas rondan en la cabeza de los directores y profesores a diario, mientras nuestros políticos sólo nos transmiten incertidumbre.»

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