Ofendidiotas I Por María Lebrel Múgica

Cuanto más infantil e ignorante es una sociedad más fácil resulta ofenderla. Parece que la libertad de expresión y la producción anterior a esta era de piel fina y no vive sus mejores tiempos. Ahora mucha gente se ofende si no nombras a tal o cual colectivo, si no destacas su raza o sexualidad, si no te refieres a la masa como “todes”, si Tintín decide viajar al (antiguo) Congo belga o, y esto es nuevo, si la persona que dobla a un actor negro o latino no resulta ser de la misma etnia que el susodicho.

Las productoras, plataformas y cadenas de televisión se han conjurado para censurar escenas de películas antiguas para así evitar herir la sensibilidad de un público que parece que no es lo suficientemente inteligente como para entender que hay cosas que antes eran diferentes y que todos somos hijos del tiempo que nos ha tocado vivir. Universidades en las que se retiran libros de grandes filósofos y literatos de obligada lectura porque lo que cuentan en sus obras ahora no resulta políticamente correcto. Claro, es mucho mejor no conocer la historia que aprenderla y saber contextualizarla. Es mucho mejor proteger a esta nueva sociedad, de gente idiotizada, de los horrores y costumbres de toda época anterior. Quizás así lo olviden y algún día puedan ocurrir de nuevo.

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