El plan de Sanidad nos está volviendo a todos locos. Hasta Fernando Simón comentó hace unos días que las medidas no las podía explicar ni él mismo. Y por primera vez, no le vamos a culpar.
Aunque pueda resultar ilógico, mi hijo que estudia en Madrid no podrá venir a Andalucía a pasar las vacaciones de Semana Santa, pero un británico o un francés, si quieren venir de vacaciones a las costas andaluzas, no tendrán ningún problema. En el caso de que alguno/a decida pasarse el plan por el arco del triunfo y decida viajar a otra comunidad autónoma esta Semana Santa, pongámosle a Galicia, para ello tendrá que comprarse un billete a cualquier ciudad europea y volar desde allí, por ejemplo, a Santiago de Compostela. Como diría Simón: “Quizá sean una o dos escalas” para llegar al destino, claro.
Cierto es que las agencias de viajes y las compañías aéreas estarán haciendo de tripas corazón. Y no lo digo por lo bien que me caen algunas de low cost cuando quieren cobrarte el equipaje de mano si las dimensiones superan en 2 cm la altura o anchura de su medidor, aunque luego todo termine dentro del avión. Pero a lo largo de este año, hemos visto cómo se han permitido vuelos con un número muy reducido de pasajeros. Y eso, no hay compañía que lo aguante.
Medidas aparte, a todos nos va a doler tener que pasar la Semana Santa de nuevo en casa. Las condiciones, tampoco están para tirar cohetes, pero los precios ayudaban al menos a decidirse por algún destino más o menos cercano para pasar unos días y olvidarnos un poco de las circunstancias actuales, al mismo tiempo que podríamos ayudar a los sectores más afectados por esta crisis. Pero no, nos ha quedado claro que viajar no va a ser posible, ni nos lo van a poner fácil para que las familias puedan reunirse.
Por suerte, vivimos en uno de los países más afortunados por las horas de sol y unas temperaturas más agradables que nos lo harán más fácil. En cualquier otro país europeo sumido en las mismas restricciones, la situación sería inaguantable.