Creo que todos estamos deseando que llegue 2021 para olvidarnos de este año fatídico que estamos viviendo. Enero inició con los incendios en Australia; en febrero, Canarias entró nuevamente en una calima extrema donde no se respiraba aire, sino tierra; para continuar en marzo con una pandemia mundial que a día de hoy ni ha comenzado a controlarse, aunque pensemos lo contrario. 

Marzo, abril y mayo fueron meses de confinamiento e incertidumbre, donde cada día que veíamos la televisión, muchos asustados con cada novedad, observábamos que el número de casos aumentaba, que los hospitales colapsaban y que se descontrolaba a pesar de las medidas que había puesto el Gobierno. 

Y ahora estamos viviendo lo mismo, aunque no lo parezca. Sin confinamiento, los casos aumentan y sigue existiendo medidas que a día de hoy no creo que sean del todo adecuadas o insuficientes.

El Gobierno pide que se cumplan una serie de medidas, pero no piensa en poner facilidades para que los ciudadanos cumplan con ello. Es verdad que cada uno tiene que ser responsable pero, ¿qué pasa cuando, a pesar de que quieres, no puedes? 

Me refiero a las mascarillas. Cada persona necesita comprar un mínimo de ellas al mes, y aunque compres de tela y con filtros para ahorrar dinero, sólo te valen las reutilizables para acudir a ciertos sitios como son los hospitales.

La pandemia ha perjudicado la economía, no solo en España. Muchos ciudadanos no tienen trabajo, ni reciben ayudas, pero tienen que comprar mascarillas, siendo algo obligatorio que, por lo tanto, debería ceder el Gobierno. Pero no, dejan que los más vulnerables se busquen la vida, porque después de las promesas rotas del Ingreso Mínimo Vital y los ERTE, siguen dejando que las personas más afectadas gasten un dinero que no tienen en mascarillas, perjudicandolos aún más en su economía familiar. 

Ojalá, a parte de esas medidas, el Gobierno ayude a quienes mantienen realmente el país.