La vacuna contra la pandemia

En nuestro país también tuvimos un episodio de viruela en el año 1961. Por aquel entonces, el autor de esta opinión era estudiante de medicina en el quinto curso de carrera y ayudaba en una clínica de Madrid (…) El Ministerio de Sanidad dio orden de que se vacunara toda la población de Madrid.

Fue en el siglo XVII, cuando de forma casual, un científico observó a mujeres ordeñar vacas afectadas por la viruela sin enfermar, y Edward Jenner quien inoculó al hijo de su jardinero de ocho años, llamado James Phipps, las raspaduras de la afección de la vaca, observando como evolucionaba el niño. James tuvo un poco de fiebre y malestar, pero no desarrolló la enfermedad que solo en el siglo XX causó el fallecimiento de 300 millones de personas en todo el mundo. Según la OMS esta enfermedad ha sido erradicada.

En España, el cirujano Javier Balmis tuvo conocimiento de la investigación de Jenner y pensó en la idea de organizar una expedición filantrópica al Nuevo Mundo, con el conocimiento y promoción del rey Carlos IV al que se le comunicó dicho descubrimiento. La expedición partió de la Coruña en 1803 con 22 niños. En América se vacunaron miles de personas y se calcula que fueron millones las personas que se salvaron.

Con esta medida que comentamos comienza en el siglo XIX una nueva fórmula para el tratamiento médico, se trata de prepararse, “inmunizarse” para no caer contagiado por la enfermedad, un virus que producía una mortalidad superior al 30% de las muertes y que muchos de los que se salvaban quedaban ciegos.

En nuestro país también tuvimos un episodio de viruela en el año 1961. Por aquel entonces, el autor de esta opinión era estudiante de medicina en el quinto curso de carrera y ayudaba en una clínica de Madrid, La Colonia San Vicente de Paul, clínica situada en la plaza de Setúbal. Una niña que llegó a Barajas procedente de la India cayó enferma con fiebre y máculas. En el domicilio donde estaban llamaron a un médico general que diagnosticó sarampión; como la niña no mejoraba fue trasladada a un hospital donde se le diagnosticó afecta de viruela. Aquellas máculas evolucionaron a ampollas y de esa forma el diagnóstico fue más sencillo.

El Ministerio de Sanidad elaboró un protocolo buscando al taxista que las trasladó desde Barajas y a todas las personas que estuvieron relacionados con ella. Se dio orden de que se vacunara a toda la población de Madrid. En la Clínica de Setúbal donde hacía prácticas, tuvimos que vacunar a miles de personas; consistía en producir con una lanceta dos ligeras incisiones paralelas leves en el bíceps a la altura del hombro, donde se colocaba el virus “vaccínea”. Algunas jóvenes alertadas de que se producía a posteriori una marca de unos cinco centímetros optaron por ponerse la vacuna en el glúteo.

El Laboratorio Farmacológico que producía las vacunas agotó todas sus existencias; se puso en práctica una acelerada producción de vacunas, de tal forma que las últimas que pusimos producían una serie de efectos indeseables con pústulas y ampollas en todo el brazo, que tardarían unos días en desaparecer. Al parecer fue debido a las prisas y a la contaminación del laboratorio. La inoculación de la vacunación era gratuita, pero muchas personas nos dejaban una propina en señal de agradecimiento. Esas propinas me salvaron el curso académico y me permitieron ir en autobús y tranvía a la universidad.

No podemos dejar de comentar la actitud de personas que se denominan ellos mismos como “negacionistas”. Es indudable que tanto la viruela, como la poliomielitis, enfermedades sumamente contagiosas y de alta mortalidad y con secuelas gravísimas, ceguera o parálisis con cojera permanente, han sido erradicadas gracias a la vacunación desde la infancia. En tanto que el Sarampión, que puede producir sordera permanente (el caso de Lorenzo Goñi entre otros), no ha sido erradicado dándose numerosos casos en la actualidad tanto en España como Italia, debido a la actitud negacionista de algunas personas.

Ante la situación actual de la pandemia por el Covid-19 se debe tener en cuenta lo siguiente: la actual enfermedad tiene un altísimo grado de contagio, además lo que no sucede con otros virus tiene una gran capacidad por variar y crear una nueva mutación. El virus de la gripe también tiene capacidad de mutación, pero es una vez cada muchos años. En la actualidad disminuyen los contagios en edades adultas ya que están vacunados y los no vacunados dan una altísima proporción de contagios. Es cierto que ciertas vacunas tienen un peligro muy grave de tromboembolias, pero en una proporción muy reducida, siendo preferible vacunarse a contraer la enfermedad, grave de por sí y con tratamientos muy agresivos con invasión de la tráquea a través de métodos mecánicos para aliviar la respiración. Esperemos que podamos vacunar a toda la población para poder erradicar esta terrible pandemia.

 

Entradas recientes:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *