¿El Derecho sin moral es democracia?

Los dos primeros elementos presentes en el nombre del artículo se encuentran profundamente entrelazados. ¿Por qué? Porque el Derecho debe ser, al menos hasta cierto punto, un reflejo de la moral de la sociedad. Ahora bien, ¿qué es Derecho y qué es moral? Ofrecer una definición de Derecho es una tarea titánica, con todo puede delimitarse, para este caso, si nos centramos en una de sus tres dimensiones, que son la normativa la social y la valorativa. En este sentido, la primera de ellas, la normativa hace referencia a que el Derecho no deja de ser un conjunto de normas y, aunque la moral también pueda serlo, ésta carece de la conocida institucionalización de la sanción. Este concepto, tal y como señaló Kelsen, pertenece al Derecho y significa que éste cuenta con unos óganos creados específicamente para castigar el incumplimiento de las normas. 

A pesar de ello, todavía falta definir lo que es la moral, la cual proviene de la palabra latina mos, moris que significa costumbre. En esencia, la moral son las costumbres de una determinada sociedad, cuando las personas las interiorizan y aceptan como usos sociales. De esta manera, la moral cuenta con una evidente dimensión interna, aunque su manifestación pública no es menos importante. Sin embargo, es el Derecho el encargado de materializar jurídicamente la mayoría de estos usos sociales. Eso sí, todos los Estados del mundo, como sociedades políticamente organizadas, tienen ordenamientos jurídicos (ergo Derecho). Entonces, ¿qué sucede cuando dichos ordenamientos se separan totalmente de la moral de sus respectivas sociedades? Que se convierten en construcciones políticas como la Alemania nazi o la España franquista. 

Derecho sin moral: ¿deriva autoritaria?

En aquellos casos el Derecho no fue representativo de la moral, sino que fue instrumentalizado por una élite. Este hecho, pero de forma atenuada, también ocurre en los regímenes representativos de corte liberal, dando lugar a que las leyes condenen determinados comportamientos que no son especialmente reprobados por la sociedad. Por ello es necesario introducir un tercer elemento como es la democracia, la cual está ligada al ejercicio del poder. ¿Cuándo es posible hablar de democracia? Desde un punto de vista técnico, solo cuando el poder es ejercido por la mayoría. En cambio, en los regímenes actuales, hay una minoría, conocida como “legislador”, que aprueba las leyes. Por tanto, cabe preguntar: ¿hasta qué punto vinculan las normas que han aprobado otros? En teoría, se prestó un consentimiento durante las elecciones que dio origen a la relación representantes-representados. No obstante, los contratos civiles contemplan la posibilidad de ser anulados si se dan los llamados vicios del consentimiento, que son error, violencia, intidimadición o dolo. ¿Acaso la relación representantes-representados no es un contrato político? Por supuesto, además con una duración habitual de cuatro años y generalmente sin posibilidad de anularlo antes.

Dicho lo cual, la democracia debería implicar que la moral de la mayoría estuviera en sintonía con el ordenamiento jurídico. ¿En qué medida la democracia puede contribuir a conseguir este fin? Haciendo que la sociedad se convierta en un auténtico sujeto político activo en la toma de decisiones. De este modo, la normas ya no serían solo obdecidas por temor a la sanción o por un hipotético convencimiento, sino porque se habría participado en su aprobación. Con esto, lógicamente, la moral de la sociedad se vería más reflejada en la normativa. Asimismo, sería conveniente revisar las condiciones de ese contrato entre representantes-representados, para que, por ejemplo, sea posible revocar a los mandatarios. Si existera un verdadero mandato, como el descrito, pese a que la Constitución española lo impida en su artículo 67.2, la ciudadanía podría dar instrucciones al legislador. Lo peligroso es cuando una minoría impone su moral o sus creencias a los demás, valiéndose del Derecho para ello. Por el contrario, lo verdaderamente democrático, aquella regla que ya aplicaron los atenienses, exige que a lo que a todos afecta pueda ser votado por todos.

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