La basura de la pandemia

Engullidos en plena pandemia y tratando de superar esta primera oleada de contagios, quizá no hayamos sido del todo conscientes de la cantidad de material sanitario que se utiliza y se tira diariamente, y cómo son tratados una vez que dejan de ser útiles.

Los tipos de residuos que generan los hospitales, centros sanitarios y residencias que trabajan de cara con el virus, son considerados como residuos biosanitarios especiales, de clase III, que implica que por existir un riesgo alto de contagio deben ser tratados de acuerdo con su peligrosidad. Para disminuir ese riesgo son guardados en contenedores especiales homologados para ser nuevamente trasladados a otros contenedores más grandes y cerrados en un depósito final, donde no pueden pasar más de 72 horas para ser recogidos por las empresas autorizadas que terminarán incinerándolos.

A ese proceso complejo, que es deshacerse de estos residuos, el desbordamiento de la pandemia en los hospitales durante las semanas más trágicas por el coronavirus, generon también un desbordamiento en la gestión de este tipo de deshechos, altamente contaminantes, que dificultó que se actuara siguiendo los protocolos de actuación en el proceso de tratamiento y en la demora más allá de lo que establece la ley.

El uso doméstico de los materiales de protección

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicó en el BOE una serie de recomendaciones e instrucciones para tratar los residuos domésticos de los materiales de protección por el coronavirus, que difieren en función de si los individuos han estado o no en contacto con el virus.

De forma que, los residuos de una familia que hubiera tenido alguno de sus miembros contagiado por el virus, pasan obligatoriamente a ser depositados en la basura general, en lugar de en el contenedor de reciclado; mientras que si no se hubiera dado el caso de ningún contagio en la familia, esos residuos pueden seguir el curso natural de reciclado.

La importancia de ser conscientes de nuestros actos

Desde el pasado 20 de marzo, las macarillas son de uso obligatorio, y, al igual que los guantes de latex, son productos de difícil reciclaje por los materiales con los que están fabricados, y por las circunstancias, anteriormente citadas, que Sanidad y el Ministerio de Transición Ecológica diferencian a la hora de tratar estos residuos.

Ecologistas en Acción alertan del peligro de no desarrollar un estudio sobre el impacto medioambiental, entre otros motivos, por considerar los residuos domésticos de forma diferenciada según qué circunstancias. Por ello, lo denunciaron ante la Comisión Europea y esta, podría haberles dado la razón al ver que España puede no estar cumpliendo con la normativa europea de tratamiento de residuos domésticos.

La idea es clara: si no se recicla correctamente no solo pueden llegar a infectar, sino que pueden llegar a contaminar el medio ambiente como de hecho está ocurriendo en España y en la mayoría de países afectados que se encuentran desbordados por el aumento de los casos.

Si esta pandemia nos ha dejado la lección de que la más mínima acción individual puede generar un riesgo de contagios en cadena, deberíamos también poder reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones en el medio ambiente. Ser seres conscientes de que cualquier actuación por pequeña que sea, puede plantear un problema mayor para el conjunto de la sociedad.

                           

 

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