Asambleas ciudadanas para la gestión de la crisis climática

La crisis climática y el cambio climático son dos de los principales temas que serán abarcados centrando las políticas de actuación, de los próximos años, de los gobiernos y de los organismos internacionales. Así apuntaba la UE con ese gran plan de la Agenda 2030 o el Pacto Verde Europeo que pretende abordar los principales retos, presentes y futuros, para reducir las posibles consecuencias en el medio plazo.

Para ello, los sistemas políticos le han pasado la pelota a los ciudadanos,  por la dificultad y falta de operatividad que tienen los partidos, a la hora de plantear posibles temas complejos de desarrollar en relación a sus votantes, intereses internos y vinculantes con el mundo empresarial. De forma que se pensó en una participación más neutra, a través de la elección de una asamblea con ciudadanos elegidos por sorteo. Un planteamiento que favorece la participación en la política y en la toma directa de decisiones en materia medioambiental, para que tengan una mayor perspectiva, compromiso y conciencia, sobre los riesgos a los que nos enfrentamos. De forma que, a través de un sorteo cívico en el que los ciudadanos pueden participar independientemente de su formación, pero con una preparación previa por expertos, pueden debatir y tomar decisiones contra la crisis climática, realizando un ejercicio práctico de participación ciudadana por libre designación.

Este sistema ya se ha utilizado en Francia y Reino Unido, con una participación de 150 y 108 personas respectivamente, y en otros países como Australia o la región de Ostbelgien, en Bélgica. En este último, el primer tema que fue elegido para tratar en el consejo, fue las condiciones laborales del personal sanitario. Poco tiempo después, se produjo la pandemia.

La última en celebrarse ha sido la que se organizó en Escocia, de forma completamente virtual, que empezó a finales de noviembre y continuará reuniéndose hasta marzo.

Medidas adoptadas mediante la participación ciudadana

En otros países como Suecia, desde 2014, llevan celebrando este tipo de reuniones ciudadanas al estilo de la antigua Atenas, donde la participación directa era crucial para su sistema.

A lo largo de estos años, como hemos visto, otros países se han sumado y han tomado decisiones en materias tales como: el aumento de la tasa de CO2 a los consumidores, la creación de organismos para impulsar las políticas climáticas, la reducción de la velocidad en autopistas, o la reducción del consumo de carne entre un 20% y 40%, esta última medida, en la asamble celebrada en Reino Unido.

Sin tener carácter vinculante, lo que allí se decide son propuestas o iniciativas legislativas para ser refrendadas por la población. Una dificultad añadida que en todo caso, obligaría a cambiar ciertas reglas de nuestro sistema democrático para poder celebrar referéndums, pero que de producirse, cambiaría totalmente el concepto actual que tenemos los ciudadanos de participación democrática, a través de un método de selección, que excepto en Suecia que fue voluntario, se ha celebrado por sorteo en todos los países donde ya se ha celebrado.

En España, aún está por ver si como dice el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, consiguen celebrar la que será la primera asamblea ciudadana en 2021 contra el cambio climático, o si tendremos que esperar para conocer cómo se celebrará en nuestro país y qué temas se debatirán.

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