Pensar y existir puede que ya no sean compatibles

¿Se imaginan que dentro de poco la tecnología permita descubrir cuáles son sus pensamientos, lo que desean comprar, sus creencias e incluso compartirlas con los demás?

Una de las ciencias más conocidas con respecto al estudio del cerebro es el neuromarketing. Se utiliza para indagar en los hábitos y en los comportamientos de los consumidores y desarrollar con ello campañas publicitarias exitosas. Una disciplina que, junto a la neurocomunicación y a otras que empiezan por “neuro”, están en pleno auge. Hay numerosos avances en distintos ámbitos sobre cómo funciona nuestro cerebro. Hoy por hoy, no es extraño que las redes sociales nos inunden con anuncios y páginas que podrían interesarnos por búsquedas anteriores o visualizaciones. Aunque aún no capten lo que pensamos, de forma cerebral, si analizan los datos y las pistas que dejamos en cada página que entramos para sesgar lo que podemos ver primero.

Sobre el estudio del cerebro, uno de los grandes avances que se están produciendo es el de Neuralink, el proyecto de Elon Musk que va camino de convertirse en una de las primeras tecnologías conectadas a este órgano que permitirá acabar con enfermedades de pérdida cognitiva como el alzheimer, la conexión de nuestro cerebro a un ordenador, entre otras líneas de estudio que también están desarrollando. Junto a estos avances, también hay que destacar el papel de los algoritmos en la creación de bots que pueden ya imitar las respuestas humanas. Utilizados en política y en foros de debate, los perfiles falsos, más o menos sofisticados, inundan nuestra vida como internautas. Y tal es el alcance del dilema ético y moral que se está alcanzando sobre la “utilización” de nuestras capacidades como “seres intelectuales”, con capacidad para discernir como especie, que ya se habla de proteger lo que algunos definen como “neuroderechos”.

Hay infinidad de películas de ciencia ficción que ya tocaban estos temas. ¿Llegaremos acaso a tener que proteger esta capacidad innata del hombre a tener memoria, pensar o sentir emociones? Quizá debamos plantearnos, más en el corto plazo, que no es un problema del futuro, sino que es algo que ya está puesto sobre la mesa y que se debatirá en las Naciones Unidas. Por ahora, Chile será el primer país del mundo que proteja  los “neuroderechos” frente a los posibles ataques del avance de la neurotecnología a la pérdida de la privacidad mental. Por ello, incluirán una enmienda en su Constitución que reconocerá la identidad mental como un derecho.

 

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