La falta de concordia política

Dos situaciones se han dado esta semana que han traído bastante cola como actos cuanto menos, extraños en sus formas. La primera de ellas, la reunión que mantuvo la presidenta de la Comunidad de Madrid con el presidente del Gobierno. La segunda, el secretismo a la hora de explicar el motivo de la ‘no’ asistencia de Felipe VI a un acto en Cataluña para dar a conocer a los jóvenes que pasarán este año a formar parte de la judicatura. Con respecto a la primera, cabría recordar que ya bien avanzados el mes de septiembre y después de las vacaciones de verano, el presidente del Gobierno, a petición de Isabel Díaz Ayuso, vino a hacer algo que podría parecer inverosímil: ir a la propia sede del Gobierno regional para llegar a un acuerdo con Ayuso. Bien, podríamos pensar que tampoco sería de extrañar dada la cercanía entre  Moncla y la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Pero, ¿por qué ha hecho esta excepción y se ha presentado en lugar de haber mantenido el encuentro en Moncloa? Si por algo recordaremos este encuentro será por la cuidada escenificación que más bien se asemejó al recibimiento protocolario que tendría un presidente o ministro de Exteriores extranjero en una visita a un país amigo. Pese a todo, ese acercamiento se rompió tras  las declaraciones de Salvador Illa y la única dimisión que se ha producido del portavoz Covid de Madrid, la del doctor y fundador de la Sociedad Española de Microbiología, Emilio Bouza, 48 horas después de ser nombrado por las discrepancias que ha encontrado entre las dos administraciones y la falta de concordia política.

Desde luego, esas 24 banderas que mostraron han sido una auténtica tomadura de pelo que recordó a algunos de los últimos actos de Donald Trump, pero, esta vez, con más planchado de por medio de los estandartes que dicen abanderar. ¿Quedará en una anécdota? Desgraciadamente, no. Como tampoco quedará el no refrendo por parte del Gobierno a la asistencia de Felipe VI a la entrega de despachos de los nuevos jueces y, lo que es peor, el secretismo que a falta de no decir la verdad sobre los motivos, deja un camino abierto a cuantas especulaciones puedan surgir para seguir alimentando la máquina. Flaco favor a la Jefatura del Estado y a cuantas instituciones quieren “salvaguardar”.

 

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