La diplomacia en 29 segundos

La forma de ejercer la diplomacia cambió durante la pandemia. La digitalización de los encuentros entre líderes sustituyó la presencialidad e institucionalidad de los actos. Ahora, con la vuelta a la normalidad, se abren nuevos interrogantes sobre los frentes abiertos en la política internacional post covid. Uno de ellos fue el primer encuentro cara a cara entre Pedro Sánchez y Joe Biden, en una conversación que las cámaras recogieron de apenas 29 segundos, durante la cumbre de la OTAN. 

Las declaraciones posteriores que hizo Sánchez en rueda de prensa sobre esta charla informal, causaron verdadero estupor por el contenido nada convincente que compromete su reputación internacional y la del país que representa: la decimocuarta economía más importante del mundo y la cuarta en Europa. La primera toma de contacto parece que dio bastante de sí para hablar con el presidente demócrata sobre los lazos militares, América Latina, el progresismo de su gobierno o la preocupación por la crisis migratoria en este continente que siempre ha sido importante para España. Sin embargo, de lo que no le daría tiempo fue de introducir el principal problema que tiene actualmente en política exterior: Marruecos. Por lo que se notó que a Biden, conocedor de la situación, le interesó poco ese intento adulador de Sánchez.

Tras la salida de Donald Trump, parece que EE UU seguirá posicionándose a favor de este país. Por un lado, porque Marruecos reconoció a Israel a cambio de que EE UU reconociera el Sáhara Occidental como territorio de Marruecos. Por otro, los intereses económicos que tiene en esta árida zona del Mediterráneo, repleta de recursos para las empresas americanas que están operando. Lo que dificulta que de manera pública la actual Administración estadounidense se pronuncie condenando la oleada migratoria que España recibió como sí lo ha hecho, y para sorpresa de muchos, sobre su postura a favor de la unidad de España tras conocerse la intención del gobierno de aprobar los indultos a los políticos catalanes condenados por sedición y malversación. 

Más allá de esos 29 segundos, las conversaciones entre el gobierno de España y EE UU continúan desde el mes de mayo con la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, con su homólogo estadounidense, Anthony Blinken. Algo fundamentalmente necesario para establecer dos de los objetivos que recoge el propio documento de la OTAN 2030 y que ahora mismo está en interrogación tras la actuación unilateral de EE UU. Recordemos que los objetivos hacían referencia a mantener la estabilidad en el Mediterráneo y la situación en Oriente Medio entre palestinos e israelíes.

Sin embargo, en la gira de Joe Biden por Europa, las reuniones se celebran en petit comité. En primer lugar, el presidente estadounidense se reunió con los otros seis líderes de los países que forman parte del G7 para tratar algunos temas como la nueva fiscalidad global de recuperación que se establecerá tras la pandemia. Después, en su viaje a Bruselas, pudo participar en la cumbre de la OTAN; un acto propiciado de cara a la galería para comentar algunos de los temas principales que más les interesan con sus aliados tradicionales: mantener la alianza militar y aumentar los recursos que destinan, hablar sobre la salida conjunta y ordenada de Afganistán o las relaciones con Rusia y, en especial, las que mantiene con China tras la crisis del Covid-19 y su discutido origen que van a investigar junto a la UE.

Aunque lo más importante para la recuperación económica se consiguió después, en una reunión conjunta de la Unión y el intenso Biden, con el acuerdo comercial que permitirá la eliminación de los aranceles a los productos agroalimentarios; una política que beneficiará gratamente a las exportaciones de los agricultores españoles durante los próximos cinco años. 

Si la digitalización de la diplomacia ha dejado mella en el estilo tradicional de su ejercicio, Marruecos no pierde el tiempo y volvía a atacar a España al considerar que está instrumentalizando a la UE exponiendo los casos de los miles de menores que cruzaron la valla a pesar del pronunciamiento de desaprobación que acaba de recibir  del Parlamento Europeo. Por otro lado está también su equivocada postura sobre Ceuta, que hace complicado un entendimiento en el corto y medio plazo con España y Europa, ahora que se ve reforzado por el apoyo que recibe de EE UU. Un problema diplomático que empezó cuando Donald Trump decidió reconocer el Sáhara Occidental e Israel sin ninguna garantía a las resoluciones establecidas de la ONU.

Esta bomba que explotó es una de las razones por las que Alemania ha entrado también en una crisis diplomática con Marruecos, al no aceptar la postura que ha tomado el país sobre el Sáhara y tensionar las relaciones en la frontera europea de la ciudad de Ceuta. De igual forma, Francia (que siempre ha sido uno de los mayores aliados de Marruecos) marcaba una tímida distancia para dar su apoyo a España. Algo casi insólito para el país que vetó en Europa el apoyo a España cuando Marruecos trató de ocupar el islote de Perejil.

Aun así, la ONU y las democracias más avanzadas siguen dando pie a que Marruecos siga vulnerando los Derechos Humanos de su propia población, con actuaciones como las que permitió en la frontera con Ceuta o el enfrentamiento constante que mantiene con los ciudadanos saharauis.

Para la UE, Marruecos sigue siendo un país aliado al que financian para que continúe los trabajos colaborativos por los que evita los flujos masivos de personas hacia Europa, a la par que se controla el tráfico de droga o cooperan en materia antiterrorista sin cuestionar el papel del monarca, Mohamed VI, públicamente.

En una Europa que quiere liderar la transición ecológica, tecnológica y reducir el problema del envejecimiento de su población son varias las medidas entre las que destacan los flujos migratorios controlados, el desarrollo de las zonas rurales o las ayudas a las familias. 

En el caso de España el envejecimiento es aún mayor que en otros Estados miembros. La pregunta es si esa población migrante, que será necesaria, llegará de forma regulada o descontrolada. Desde hace algunas semanas el actual gobierno de España empieza a barajar la posibilidad de que las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla pasen a formar parte también del área Schengen, algo que no se hizo en 1991 por las relaciones que tenía con Marruecos, pero que a día de hoy debería producirse sin más tardanza para regular estos flujos migratorios y poder establecer relaciones más garantistas que eviten las situaciones de vulnerabilidad en las que se encuentran después, muchos de los que deciden entrar en Europa sin papeles.

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