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CREO QUE UNA PERSONA QUE NO CONOCE UN POCO DE HISTORIA UNIVERSAL Y DE SU PAÍS ES COMO UN ADULTO QUE, DE REPENTE, PERDIERA EL RECUERDO DE SU INFANCIA Y ADOLESCENCIA

 

Siempre digo que la historia no es sino experiencia humana multiplicada por los siglos. “Maestra de la vida” se decía en la antigua Roma de ella y el gran Jacques Pirenne nos dejó un gran pensamiento al respecto: “La historia es, en esencia, continuidad. Continuidad que, generación tras generación, nos enlaza directamente con el pasado.”

Creo que una persona que no conoce un poco de historia universal y de su país es como un adulto que, de repente, perdiera el recuerdo de su infancia y adolescencia. Sin duda una persona así nos parecería insegura, frágil, manipulable…. Y es para eso para lo que realmente sirve la historia: para que no nos manipulen. Para saber quienes somos. Pues, en esencia, somos el resultado de lo que fuimos. De ahí también la pasión que los partidos políticos e ideologías de todos los tiempos y sistemas han puesto en controlar, en amañar, la historia. Pues quien controla el pasado, controla el presente y de ahí también la importancia de que los historiadores ofrezcamos a nuestros conciudadanos el conocimiento del pasado de una forma profesional y equilibrada que les permita desechar versiones manipuladas y generar su propio, pero formado, criterio.

En estos días se ha desatado una fiebre, no es la primera, por reescribir la historia. De repente la reina Isabel I de Castilla o Colón, o Junípero Serrá son “Racistas”, “ del mismo modo que no hace mucho se declaraba al Almirante Cervera, que luchó en la guerra de Cuba de 1898 y que murió en 1909, “Facha.” Algo realmente sorprendente, siquiera sea porque el fascismo no surgió hasta fines de 1921.

Semejantes “Salvajadas históricas” necesitan de una amplia reserva de estupidez para poder ser formuladas con el aplomo con que muchos supuestos pseudo intelectuales y políticos lo hacen. Ya se sabe que la ignorancia siempre viene acompañada del arrojo. La cosa sólo movería a la risa y a la piedad, realmente tanta tontería casi que mueve a la compasión, sino fuera porque se nos va de las manos.

Y es que querer reescribir el pasado siempre ha sido pasión de tiranos y siempre ha sido empeño que ha comenzado por exigir que sólo se pueda decir, escribir y, al cabo, creer, lo que se ha decidido establecer como verdad del pasado y del presente y en esos casos, siempre, siempre, se termina como en “El rosario de la aurora”, como se suele decir por mi tierra.

La historia, para ser seria, huye del presentismo. Esto es, no se pueden aplicar a los hombres de tiempos pasados nuestros criterios, costumbres, fobias y filias. Un romano del siglo I a.C era esclavista y su idea de como proceder con un pueblo sublevado contra el dominio de Roma era, ¿Cómo definirlo suavemente? Bueno, no heriré sensibilidades, digamos que era muy, muy desagradable.

Igualmente, la conquista musulmana de Hispania fue como todas las conquistas: violenta, terrible, sangrienta y así fue la de América por los españoles en el siglo XVI. Tampoco es que los aztecas, incas, mayas o muiscas fueran “Hermanitas de la caridad” Sus imperios y reinos se construyeron como se han venido construyendo todos los imperios, reinos y repuúblicas desde que el Mundo es Mundo: a base de guerras, feroces conflictos internos e imposiciones. Por ejemplo, los aztecas habían impuesto un verdadero “Estado de terror” entre los pueblos de la región del actual México Central y las exigencias de tributos y de cautivos para usarlos como esclavos o para sacrificarlos a sus sanguinarios dioses eran tan contínuas y asfixiantes hacia 1519 que la mayoría de de los señoríos sometidos por tan duros amos o que se resistían penosamente a ellos, vieron en los españoles su gran “Ventana de oportunidad” para mejorar su existencia.

Los habitantes del Golfo de Guinea o de Angola que comenzaron a ser enviados como esclavos a las Antillas y Brasil en el siglo XVI tampoco eran “Modelos de cordialidad”. Las tribus y reinos de la costa occidental africana se dedicaron durante siglos a atacar sin piedad a los pueblos del interior o a sus vecinos, para capturar esclavos que vender a los comerciantes portugueses, holandeses, daneses, alemanes, franceses e ingleses que les ofrecían armas de fuego y otras mercancías a cambio de ellos.

Cuando el actual Presidente de México reclamó del Rey de España una petición de perdón por el trato dado a los indios mexicanos durante la conquista, a mí sólo me venía a la cabeza una cossa: que el Estado mexicano, el que surgió tras la indepenndencia de México en 1821, estuvo pagando en metálico por cabeza o cabellera de idnio bravo, ya fuera hombre, mujer o niño, y ya fuera apache, comanche, Papago, yaqui, etc hasta después de 1887 y todavía en las décadas de 1910 y 1920, a un siglo de la independencia, se estaban organizando y publicitando,
“Cacerías de apaches” en Sierra Madre.

Por esas mismas fechas y en Perú, Brasil, Venezuela, Bolivia, ecuador y Colombia, se estaba perpetrando un auténtico exterminio masivo de pueblos idnios en las selvas amazónicas. En el Putumayo y en otras muchas regiones, se asesinó, violó, recluyó, torturó, quemó vivos…..a docenas de miles de indios para expulsarlos de sus selvas o convertirlos en esclavos de las plantaciones de caucho y ninguno de los gobiernos de las repúblicas sudamericanas hizo nada para impedirlo.

Tampoco lo hizo el gobierno argentino, más bien lo contrario, cuando a comienzos del siglo XX los estancieros de tierra del fuego enviaban partidas de mercenarios a “Cazar indios” porque tenían el atrevimiento de oponerse a que les quitaran las tierras o de robar alguna oveja para no morirse de hambre. En apenas diez años toda una etnia fue exterminada.

Los belgas en el Congo, los ingleses en multitud de lugares, los holandeses en Indonesia, los japoneses en Corea, los chinos en el tíbet, los rusos en Siberia o en el Caúcaso, los franceses en Argelia, los zulúes de sudáfrica, los turcos en Kurdistán, los árabes en África Oriental, los maoríes en las islas Chatham…. Los pueblos de todos los colores, etnias y tiempos han perpetrado actos de violencia e injusticia.

No somos mejores que ellos. En serio, no lo somos. Somos hombres, como ellos y si miramos en nuestro derredor veremos guerras, crueldades sin cuento, injusticias etc y además, en nuestro caso, y puesto que hemos colocado tan alto el “Listón ético” para nuestros antepasados, no podemos excusarnos en costumbres, creencias o ideologías.

El colmo de la tontería es exigir a gentes que vivieron hace siglos lo que no cumplimos nosotros y además, sentirnos inmaculados seres simplemente porque echamos la culpa a alguien que murió hace siglos de nuestra incapacidad para cambiar el Mundo desde la razón y la justicia.

No creo en los ángeles, sino en los hombres y los inmaculados idiotas que decapitan estátuas o inician campañas de demonización del pasado, me merecerían compasión intelectual si no fuera porque debajo de esa estulticia se halla agazapada la intolerancia y la vieja idea totalitaria que se resume en: “O pensais como yo os diga o no penseis”. A mí me gusta pensar