La Humanidad se ha tenido que adaptar a las nuevas circunstancias en todas sus facetas, incluido el sector de ocio audiovisual más lucrativo del mundo
Hace unos días estaba debatiendo con unos compañeros gamers sobre la tristeza que daba ver los The Game Awards, la gala de los Óscar del sector de los videojuegos, sin asistencia y qué se podía haber hecho para animar el evento más allá de ver quiénes eran los premiados y futuros lanzamientos a través de vídeos. Y la respuesta es muy simple: no se podía haber hecho nada. Absolutamente nada si se quería ser responsable con las circunstancias que nos tocó vivir en 2020 y que probablemente se mantengan a lo largo de 2021.
Y es que lo visto en dicha gala de videojuegos es lo que estamos hartos de ver en cualquier tipo de evento sin importar el ámbito cultural del que se trate. No habría tenido sentido alguno con toques de queda, confinamientos, millones de contagios y cientos de miles de muertos, que The Game Awards se hubieran desarrollado como si nada. El Covid-19 lo ha cambiado todo, incluido el sector de los videojuegos. Ese sector que para muchos aún parece una esfera aislada y simplemente entretenimiento basado en estar delante de una pantalla matando ‘marcianitos’. La Humanidad se ha tenido que adaptar a las nuevas circunstancias en todas sus facetas, incluido el sector de ocio audiovisual más lucrativo del mundo. Para ello solamente hay dos opciones en cuanto a eventos se refiere: cancelarlos o hacerlos por streaming.
Muchos como el E3, la feria de videojuegos más famosa del mundo, o la Madrid Games Week, homóloga en España, optaron por la primera vía, mientras que otros decidieron adaptarse y ofrecer conferencias con expertos, mostrar vídeos de futuros juegos e incluso ofrecer demos vía online. Lo mejor de todo es que esta segunda fórmula funciona a las mil maravillas lográndose picos de espectadores de récord. Obviamente, tienes a todo el planeta como posible asistente al haber eliminado las barreras geográficas. Parte de la ‘culpa’ de este éxito proviene de las redes sociales tipo YouTube o Twitch, herramienta igualmente crítica por sectores de la sociedad que, sin embargo, junto a los propios videojuegos, han demostrado ser fundamentales para estar en contacto con familiares y amigos durante los meses de confinamiento.
Llegados a este punto, se me antoja imprescindible una reflexión. Avanzamos en un mundo donde hay cada vez más presencia de lo digital en sustitución incluso del contacto físico. La pregunta es obligada: Con este éxito de los eventos vía online, ¿terminarán los eventos presenciales de videojuegos o será un simple paréntesis hasta que la situación sanitaria mejore? Quizás peque de iluso pero quiero creer que esto es algo temporal, aunque hace años, cuando Nintendo optó por presentaciones de videojuegos en pequeños eventos online llamados Nintendo Direct, nunca me pude imaginar que esta sería la dinámica habitual.
Imaginar un torneo de eSports sin público sería como seguir viendo un partido de fútbol desde casa sin espectadores en el estadio. Perder las ferias de videojuegos físicas sería perder el calor humano y el sentimiento de pertenecer a una comunidad, a un colectivo llamado gamer, por mucho que la audiencia sea mayor al retransmitirse por streaming. Así que, por mucho que las pantallas nos hayan servido para no hacer del confinamiento una situación más insoportable de lo que ya de por sí fue, me niego a creer que esta sea un nuevo paso en la realización de eventos de ocio interactivo. Demasiado nos ha quitado el nuevo coronavirus como para que también lo haga con esto. Solamente queda esperar y desear que el poder pasear por pasillos llenos de merchandising después de probar antes que nadie el próximo gran lanzamiento al mercado y animar a mi equipo favorito de eSports desde una grada, llegue más pronto que tarde.