Una Navidad distinta I Por Roberto Costa Dávila

Aunque las luces alumbran las principales calles y plazas de ciudades y municipios de todo el país, la Navidad de este año será distinta. Según la región donde vivamos, podremos reunirnos en una o dos unidades familiares y más de uno tendrá que cuadrarse para no dejar solo a nadie. Algunos, incluso lo pasarán en el hospital o haciendo la cuarentena en sus hogares, esperando a que pasen los días y puedan volver a hacer sus vidas lo más humanamente posible pues, de todo ello, volveremos distintos y tocados.

La Navidad es una fecha en la que solemos hacer un ejercicio de introspección para analizar cómo ha sido nuestro año. Y si algo bueno ha traído este 2020, es que nos ha dado la oportunidad de recuperar lo fundamental: nuestro tiempo; ese tiempo que corre y que nunca vuelve. 

Muchos como yo, hemos disfrutado de la familia, hemos redescubierto a nuestros hijos, en edades más conflictivas, y también, cuando se ha terciado, hemos podido salir a pesear por la naturaleza salvaje del campo y de la montaña, gracias a este frenazo que hemos dado por miedo a ese nuevo virus que vino para darnos a todos, indistintamente, ese golpe de efecto. Y para el que lo ha aprovechado al máximo, como yo que casi soy un jubilado, también nos ha proporcionado horas, días y meses para nutrir nuestro intelecto leyendo como nunca antes y observando el devenir de las circunstancias para todo aquel que como niño, sigue preguntándose ‘hacia dónde nos dirigimos y hacia dónde vamos’.

Hemos vuelto a valorar las cosas más importantes que hacen realmente que la vida merezca la pena. Porque las circunstancias laborales podrán cambiar, dependan o no de ti, igual que el dinero que, por más que intentemos acumularlo, se gana igual que se pierde. Tampoco nos lo llevaremos al otro lado. Solo el amor que profesas y el que te es devuelto es el verdadero combustible para poner en funcionamiento la máquina, y el punto de apoyo para no perdernos en los problemas de este primer mundo. Eso será lo que al final y al cabo, podremos decir que nos llevaremos cuando todo esto acabe. Lo que da sentido a nuestra existencia y por lo que luchamos día a día.

Será una Navidad distinta en la que nos acordaremos mucho de los que se fueron, de los que nos dejaron este año y de los que no han podido venir. Deseo que cada uno pueda celebrar, como pueda, su peculiar Navidad pero la celebre como el término de una etapa y otra que comienza. Y que el próximo año nos siga trayendo la paciencia y la esperanza que se requiere, para seguir hacia delante, con la fuerza y la riqueza personal de todo lo aprendido en este 2020.

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